Cristo Resucitado no es un fantasma
ÍNDICE
El Cuerpo de Jesús es un cuerpo glorioso y espiritual
Los fantasmas
Un fantasma es el la presencia sin cuerpo de alguien que murió y sigue muerto. Los fantasmas aterrorizan a los vivientes. Esta creencia en fantasmas es muy viva en los países asiáticos. Nosotros no creemos en fantasmas que asustan, aunque podemos ver aparecer en sueños o cuando estamos relajados a algún difunto de nuestra familia. Dios nos hace comprender entonces que ese difunto necesita oraciones y ayunos para salir del Purgatorio.
La Resurrección no es una Resucitación
El relato de hoy es el de una aparición de Jesús Resucitado a los Once apóstoles y los discípulos que los acompañan. Cuando los saluda con la Paz restaura la relación que tenían antes de la huida de ellos por miedo. La barrera de la muerte ya no es un impedimento para que estén unidos. Jesús no es un fantasma y los discípulos ya no deben tener miedo. El evangelista Lucas propone esa presencia viva con signos de carne y comida, para expresar claramente que Jesús no es un fantasma. Pero ese criterio de Lucas plantea un problema. Porque es una convicción del Nuevo Testamento, como lo hemos escuchado en san Pablo, que Cristo no ha vuelto a su cuerpo terrenal sino que tiene ahora un cuerpo glorioso y que nosotros también estamos llamados a tener un cuerpo glorioso. La realidad del Cuerpo glorioso la presenta Lucas con símbolos de carne y comida, pero es el modo que tiene para expresar que Jesús no es un muerto que anda rondando por ahí
Jesús aparece para hacerles entender las profecías
Jesús les recuerda las palabras que les había dicho. Y les abre la mente para que comprendan que el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día. Y que ellos deben predicar el arrepentimiento para el perdón de los pecados en su Nombre Santo a todo el mundo. Ellos comprenden ahora que son los testigos de que las Promesas de Dios se han cumplido. Y que Jesús glorificado los acompaña en esa misión.
También a nosotros nos llama Jesús a hacer discípulos sin miedos. Y antes nosotros mismos debemos entrar en la vida espiritual de la comunidad. Eso significa que la Comunión está unida a la Cruz. Y la vida crucificada está unida a la Comunión. La Eucaristía no es un bombón para los “buenitos”. Es un llamado a un cambio profundo.