Creo en Dios Padre
Todos usamos las palabras libertad, alma, felicidad, amor, fe. Son realidades invisibles que forman parte de nuestro modo de hablar y que influyen en nuestro cuerpo. Cuando venimos a la Iglesia, repetimos con los demás una declaración de lo que creemos: Creo en Dios Padre. Y de ese Padre Dios, afirmamos que es el Todopoderoso creador del cielo y de la tierra. O sea, creador de todo lo invisible y lo visible, los ángeles y el mundo.
Así creemos que Dios ha creado este mundo: galaxias, astros, mares, tierra, vegetales, animales, peces y pájaros. Y completó su obra creando al hombre a su imagen y semejanza. Nadie dice que un padre se parece al hijo, sino que el hijo se parece al padre. Por eso, como Dios es feliz, nosotros deseamos ser felices. Y Dios nos creó para ser libres, felices, capaces de amar, creyentes. Esas son las realidades del alma humana, que no se ve, pero que da vida al cuerpo material.
Dios nuestro Padre creo a los hombres para ser sus hijos queridos y fueran felices. Por eso, les concedió ser los dueños del mundo y les mandó cuidarlo. Para mantener esa felicidad, los hijos debían obedecer al Padre. Creemos en un Dios que es Padre y nos quiere como a sus hijos amados. Por eso, cuando rezamos hablamos con Dios diciendo con amor: Padre nuestro.