Catequesis

Confía en Dios sin vacilar

El Amor recibido en el Bautismo

Es probable que muchos católicos hayan olvidado la doctrina de la fe sobre el Bautismo en esta época de crisis. Lo cierto es que en el Bautismo cada persona, chico o grande, recibe el regalo del Espíritu Santo con sus siete dones. Los principales dones son la Fe, la Esperanza y la Caridad. Por eso, san Pablo dice a los corintios (1 Cor. 13:7): El amor disculpa todo por Cristo, cree en Cristo sin vacilar, espera todo de Cristo, soporta todo por Cristo. Esas palabras levantan nuestra alma a las cosas más altas, y nos enseñan como hacer para vivir alegres. Cuando disculpamos no lo hacemos porque somos tonto, sino por Cristo; cuando creemos sin vacilar es porque en Cristo encontramos la fuerza de la Fe; cuando esperamos contra toda esperanza (Romanos 4:18) lo hacemos porque el cimiento es Cristo; y cuando soportamos las frustraciones, los engaños, las traiciones de los amigos, lo hacemos porque Jesucristo nos dio ejemplo claro.

La confianza en Cristo

Los santos nos han enseñado a poner nuestra Fe, Esperanza y Caridad en el poder de la Muerte y la Resurrección de Jesús. La devoción a Jesús misericordioso nos trajo las palabras clave de una vida de oración: Jesús en vos confío. Los místicos repetían sin cesar ese mantra maravilloso para mantenerse sano de alma y cuerpo: Señor Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de mi que soy un pobre pecador. Nuestra confianza en Cristo es total. Por eso, nos encanta el canto nuevo de nuestra Comunidad: Señor ¿a quién iremos si Tú eres la Palabra?, basado en Juan 6:68, cuando Jesús preguntó a los Doce: ¿Ustedes también quieren irse? Si el Señor nos habla en las voces buenas, en las alegrías simples y en las confusiones grandes. Y nada puede quitarnos esa confianza total.

La confianza nos hace humildes

Gilber Keith Chesterton dijo: Nosotros hacemos amigos y hacemos enemigos; pero Dios hace a nuestro vecino bueno. Por el amor del Espíritu Santo aceptamos los dolores y padecimientos, y nos llenamos de gozo con las cosas buenas que nos suceden. Entonces somos capaces de entonar como la Virgen María: Mi alma canta la grandeza del Señor porque él hizo en mí maravillas! En estas palabras tenemos no sólo la lección de humildad frente al anuncio de Dios, sino un corazón lleno de acción de gracias por todo lo bueno que sucede. Pienso que Isabel, debe haberse encantado al oír cantar a María. ¿Por qué no nosotros? Imitamos a María e inclinamos la cabeza ante Ella, porque es la Madre de los humanos que confían sin vacilar en Dios.

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