Concientizar sobre el desperdicio de alimentos
El objetivo de Hambre Cero para el 2030 es una meta internacional que ha tomado nuestro país. Hambre y pobreza constituyen un círculo vicioso que expone con dolor nuestra ausente solidaridad.
Es escandaloso es que haya sido necesario dictar una bien intencionada resolución (Res.44/19 MAGyP) que instituye un día del año para “promocionar la concientización sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos”, en consonancia con el contenido de una ley nacional previa, que elabora un plan nacional de reducción en tal sentido (ley 27.454 PLN) y con normativas aún anteriores que buscan regular la donación de alimentos.
Es imperioso que se ejecuten campañas para administrar con eficiencia la reducción y gestión de alimentos en cada hogar, lugar de trabajo, escuelas e instituciones. ¿Por qué se arrojan a la basura toneladas de productos vencidos que proceden de las alacenas? ¿Cómo no enseñamos a nuestros hijos qué sólo compren y consuman lo que necesitan? ¿Por qué cada familia no adquiere una parte de su compra semanal y la destina a quienes no tienen alimentos? Es hora de internalizar la idea de que los dones y recursos que Dios ha puesto a nuestro servicio deben ser gestionados en pos del bien común.
La Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen invita a “mirar la realidad angustiante que viven los pueblos y comunidades originarias y también criollas”, observación que si bien está referida a los pueblos de la región el Chaco argentino, puede extenderse a situaciones similares en nuestro país y, en muchos casos, mucho más cercanas de los centros urbanos de lo que se puede llegar a pensar. Y agrega que una sociedad “que no sabe cuidar de los niños y de los grupos más vulnerables corre serios peligros de implosión y de muerte”.
¿Debemos esperar entonces al próximo 29 de septiembre para que nos Concienticemos sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos? ¿No deberemos rendir cuentas individualmente sobre esto? ¿Cuántos habrán quedado en el camino o sufrido pérdidas irreparables en sus oportunidades futuras, también por nuestra falta de responsabilidad social individual?
Por Margarita Drago Rey