¿Cómo damos frutos los católicos?
ÍNDICE
Amor, respeto y responsabilidad
¿Quiénes hacen sobrevivir a la Iglesia?
Para que los católicos sobrevivamos en esta hora de crisis humana a causa de la pandemia de Covid y del aislamiento forzado, se precisan santos. Así perduró la comunidad cristiana en otros años negros. Además urge que cada fiel activo en la Fe deje de ser “normal”. No digo que haya que usar hábitos y cruces colgadas, ni hacer cosas raras, ni volverse vetustos, ni fanáticos de lo de antes. Cada uno debe encontrar la manera de seguir a su consciencia. Ella nos dice simplemente cuando estuvimos mal y cuando estuvimos bien.
Sentimos los dolores del mundo en el modo austero de actuar
Se debe insistir más y mejor en las cosas de la Fe, de modo distinto al de la gente de hoy: evitar la mentira, el chisme, respetar a los otros, cuidar a los viejos, sin juzgar a los demás, mostrar cómo se reza y se cree, hacer respetar la Fe en el hogar, no querer tener razón siempre, soportar los defectos de los demás, llevar a los niños por la ruta del amor a Jesús, huir de los hábitos mundanos (gastar miles en cumpleaños de 15 o en salas para cumpleaños de niños, permitir ir a boliches, fumar o beber), indicar el rumbo, dar ilusiones a los jóvenes, sentir el dolor de los pueblos que sufren.
O damos sabor al mundo, o el mundo nos contagia.
Cada valor de la Fe tiene un orden que hay que cumplir. No hay que vivir del pasado, pero se puede buscar en él, recobrar el sentido de acción común en el culto, huir del ego, volver a la penitencia y la confesión, centrar la vida en el grupo de Fe y reforzar el orden en la Iglesia. Así nadie es católico según caprichos, sino como se debe ser. Con la ayuda del Espíritu, volvemos a ser lo que no se debe perder. Damos frutos como quiere Jesús, que dijo: Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo. Hay que dedicar un tiempo a formarnos bien para tener una Fe más firme. Así la sal recobra su sabor, como quiere Jesús. Necesitamos dar sabor al mundo, y no dejar que el mundo nos contagie.
Dr. Osvaldo Santagada
El párroco más anciano de la Ciudad de Buenos Aires