Comentario al nuevo canto “Rezo si duermo…”
Al comienzo del año 2020, el maestro Pedro Juan Sorhonet nos presenta un nuevo canto litúrgico para usar en lugar del Señor ten piedad al comienzo de la Misa.
La melodía pertenece a un aria de la cantata 115 de J. S. Bach, acortada para que no se extienda los casi 8 minutos que dura y pueda usarse en las Misas, pues se repite Da capo.
El texto no es una traducción del aria, sino dice según nuestro idioma:
Rezo, rezo si duermo: piedad, Señor, de mis pecados, de mis pecados y mi maldad.
Líbrame de mis culpas, de mis culpas y quedaré sano.
Ante todo, es preciso comprender que el “si duermo” que usa el maestro, ocupa el lugar de la expresión también cuando duermo, o incluso cuando duermo, o bien aunque yo duerma. No es un si condicional. El sentido es claro: Yo rezo siempre, despierto o durmiendo.
Es una oración de la consciencia que de día o de noche sabe que hizo el mal de modo voluntario y esos pecados ocultan una culpa. Por eso se repite: de mis pecados y se añade de mi maldad. Porque el hecho de pecar de modo consciente implica que el hombre se ha dejado seducir por la maldad y sabe que no ha hecho lo bueno.
La oración sigue así Librame de mis culpas. La persona comprende que su pecado no es algo pasajero, sino que desués de actuar contra la voluntad de Dios, queda en la consciencia la culpa de haber faltado a su ser. Porque fuimos creados a su imagen y semejanza, o sea libres y buenos. Y el pecado nos trajo la muerte, enfermedad y el dolor.
Por eso, la oración concluye con la seguridad que esa oración es escuchada por Dios y que Dios le concederá la finalidad por la cual se reza con tanta insistencia: y quedaré sano. Esas tres palabras son las más valiosas de este canto, porque lo que queremos es estar limpios, purificados y llenos de salud y vitalidad. Sanarse no es lo mismo que curarse. Uno se sana en lo profundo. Esta oración es maravillosa porque al hombre, despierto o dormido, no le interesa echar la culpa a sus padres, hermanos, amigos, sino comprender que él debe sanarse y así sacarse las heridas del pasado, el rencor y las espinas clavadas por la gente. Por esa razón, mientras se canta, el ministro pasa junto a la gente rociándola con agua bendita y perfumándola. Como signo de la salud.