Comentario a «Fábulas de San Gabriel Arcángel para niños»
Este práctico libro tiene en cuenta la naturaleza humana y sus muchos límites. Las fábulas son deliciosas y sus enseñanzas bien concretas. Hay bellas ilustraciones.
Nos enseñan a valorar lo que tenemos en vez de envidiar lo de los otros; a unirnos para tener más fuerza; a cuidarnos de las picaduras evitando el agua estancada (la gente feroz) y a rodearnos de las plantas adecuadas (la gente noble).
Se nos dan lecciones de etología (estudio del carácter y los modos de conducta del hombre y del animal en su hábitat), como no dar huesos de gallina a los perros y la forma correcta de acercarse a ellos sin provocarlos.
Conocemos rarezas como que los jilgueros argentinos no sufren de vivir en jaulas y uno puede gozar su canto sin sentir la culpa de tenerlos presos.
Nos enteramos también que se recoge lo que se siembra (“Los caballos sensibles”); a no abusar de los más débiles como hacen los delfines malvados.
La mamá loba nos enseña que hay que dejar volar a los hijos con sus propias alas, sin protegerlos en exceso. Las elefantas marinas nos hacen ver el valor de la lactancia materna. Las arañas falsas nos muestran que el único animal que hace daño por crueldad es el hombre. Las palomas mensajeras nos recomiendan hacer buen uso de los medios actuales de comunicación. Los teros nos indican no atacar, pero sí defendernos.
Hay también fábulas contra los crueles experimentos con animales en “Los monos justos”; y contra la costumbre de usar los nombres de animales como insulto en “Los burros seguros”. Hay también alegatos feministas en “Los cisnes domesticados”. En fin, muchas lecciones en textos amables y fáciles de leer. Enhorabuena. (In 14.5)
Elena Negueroles (Valencia, España)