La Argentina Hambrienta

Cine: «El Cuerpo»

El mundo del cine está empeñado en ganar dos batallas a nivel global: que la homosexualidad es algo idílico; y que la Iglesia Católica ya pasó, porque ahora se impone una religión universal de tipo new age. Por eso inundan con películas esotéricas, gnósticas, satánicas, etc. No me niego a que se critique a la Iglesia, pero ¿por qué no se ven las cosas buenas?

Ahora acabamos de ver la película «El cuerpo», basada en una novela de Benjamin Sapir. La dirigió Jonas Mc Cord y puso el dinero el productor judío Rudy Cohen. Aquí están los ingredientes : enfrentar a jesuitas y dominicos (algo del s. 16), poner de protagonista a un ex cura guerrillero manipulado por el Vaticano; afirmar que la fe no está vinculada a algo tan humano como una institución llamada Iglesia; oponer la ciencia a la fe.

El argumento es este: una arqueóloga judía descubre una tumba con un cuerpo que tiene muchas semejanzas con el de Cristo: época, edad, lugar, heridas, forma de muerte, etc. Un político del estado de Israel intenta chantajear al Vaticano con la noticia. El Vaticano envía a un jesuita (¿) de El Salvador (donde asesinaron a los jesuitas), llamado Gutiérrez, antiguo teólogo de la liberación (apellido del teólogo peruano Gustavo, gran teólogo y hombre de Iglesia). Este se encuentra con un arqueólogo dominico que se suicida cuando piensa que el cuerpo es el de Jesús. G. se encuentra con otro cura «light» y un monje tibetano jardinero. En este ambiente tan «religioso», G. inicia su investigación junto a la arqueóloga, con la que mantiene relaciones. G. deja el sacerdocio, en apariencia a causa de un montón de maniobras políticas de varios niveles.

Los católicos sabemos que si Cristo no resucitó es inútil la fe. El autor pone en boca de G.: «la divinidad de Jesús es un instrumento de poder de la Iglesia que alimenta el sueño de millones de personas». El «masaje» de la película es este: como la religión es un invento del hombre (la necesita), el cristianismo seguirá existiendo aunque Cristo no hubiese resucitado.

El fondo de la cuestión es este: sacar a los cristianos del acontecimiento único de la Encarnación del Verbo de Dios que asume la naturaleza humana y la lleva glorificada a su plenitud. No se trata de firmar petitorios contra la película, que sólo le hace propaganda. Lo importante es que cada uno trate de desenmascarar el intento malvado de esta película. Es un deber para cualquier cristiano decente.

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