Caminar sobre agua y hundirse como piedra

La fe no se logra como un hecho consumado. Funciona de otro modo: Algunos días caminas sobre el agua y otros días te hundes como piedra. La fe da paso a la duda antes de que vuelva a recobrar su confianza, luego la pierde de nuevo.

Pedro ve caminar a Jesús sobre el agua y animado por su fe y pide a Jesús que él también camine sobre el agua. Jesús lo invita a hacerlo y Pedro sale del barco con confianza y comienza a caminar sobre el agua. Entonces, dándose cuenta de lo que está haciendo y la fragilidad natural, comienza a hundirse, grita, y Jesús tiene que salvarlo.

Lo que se ve en esta escena son cosas que están en la experiencia de fe: que la fe tiene sus altibajos y que funciona mejor si no la confundimos con el propio poder.

Nuestra fe funciona igual, a veces nos deja caminar sobre el agua y otras veces nos hundimos como una piedra. La imagen de Pedro caminando sobre el agua nos habla.

Los santos eran personas con una fe excepcional y, sin embargo, como Pedro, ellos también vacilaron entre caminar sobre el agua y hundirse como una piedra.    Además, la fe funciona mejor cuando no la confundimos con nuestros propios esfuerzos. Había un misionero británico trabajando en África. Al comienzo de su estancia allí, fue llamado a mediar una disputa entre dos tribus. No tenía preparación para esto, era ingenuo, y fuera de su profundidad. Se entregó a la tarea en la fe y reconcilió a las dos tribus. Después, animado por este éxito, empezó a imaginarse mediador y comenzó a presentarse como árbitro de disputas. Ahora, sin embargo, sus esfuerzos eran inútiles. Aquí está la ironía: cuando no sabía lo que estaba haciendo, sino que confiaba en Dios, podía caminar sobre el agua; Tan pronto como comenzó a envolverse en el proceso, se hundió como una piedra. La fe funciona así: Sólo podemos caminar sobre el agua mientras no pensemos que lo hacemos  con nuestra  fuerza.