Belleza y bondad llevan a Dios
Cuando la comunidad está en orden, hace ritos exactos, guarda el ayuno y el temple, se da un efecto que contrasta con lo que sucede en el mundo. Si la época es mala, por los escándalos en la Iglesia y el caos en la sociedad, una comunidad puede hacerse brillante y atraer a la gente a Cristo que es la luz.
En una fiesta patronal, al orar en silencio, cantar himnos bellos, flores frescas y de campo, arreglos que dejan sin aliento, el alma se siente llevada a dar gracias a Dios por la vida y la facultad de cambiar al mundo. Esa belleza anuncia a Cristo al mundo. Si a eso se añade la bondad de los santos, mostramos al Fe al mundo. El arte y los santos son el mejor medio para que la gente se acerque a Jesús.
Lo bello nos hace salir de nosotros mismos y nos une a Dios y a la gente. Las actitudes buenas y humildes nos dan ejemplo, ante a los delirios de algunos gobernantes, dueños y líderes. El arte y el bien atraen los deseos íntimos, y luego las virtudes los ordenan.
Cuando se predica la Fe exacta no por eso llega la conversión. Es preciso tocar las fibras del alma de la gente. Y eso sólo se puede hacer con amor. Vivimos una época en la que la razón vale poco. La belleza y la bondad salen de Dios. Las amistades sinceras, el ejemplo de servicio al pobre muestran el rostro del amor.