La Argentina Hambrienta

¿Anticatolicismo o negocio?

Hace un tiempo que la publicidad usa símbolos cristianos para hacer propaganda de productos. Algunos han reaccionado con rapidez frente a la «blasfemia» y «a la falta de respeto» por las creencias católicas. Nos hemos tomado tiempo para reflexionar sobre este fenómeno, aun sabiendo que quienes reaccionan enseguida y gritan más fuerte provocan más atención. Preferimos ser segundos y calmos.

Los últimos avisos aparecidos alrededor de Pascua han provocado una cierta conmoción. El símbolo de la cruz y la figura de Jesús son algo «sagrado» para los cristianos. Incluso en una exposición de arte, se debió retirar una obra por considerar que heriría sentimientos de los asistentes. Otras referencias tienen que ver con películas que presentan clérigos y religiosas en situaciones límite. Incluso, por la televisión se muestran a los sacerdotes un poco idiotas y sexualmente enfermos. Jamás aparece un sacerdote en las actitudes de misericordia que tienen los capellanes de hospitales, p.e., como puede notarse en las omisiones deliberadas de las series «médicas».

La publicidad tiene una meta: ganar dinero, hacer negocio. Durante dos o tres décadas han usado la sexualidad y la desnudez para ese negocio. Ahora necesitan algo «nuevo» que atraiga la atención por el choque que produce. Para eso usan los símbolos católicos y las figuras sagradas de nuestra fe. De este modo, consiguen clientes que atraídos por el ataque a la religión van a comprar ese producto «contrario». Los ejecutivos de la publicidad están desesperados por encontrar temas que produzcan dinero. Reaccionar sin reflexión frente a ellos es hacerles el juego y provocarles ganancias. En nosotros debe primar la razón y el buen espíritu. La Iglesia es fascinante para la cultura actual porque mantenemos nuestras diferencias con ella y nos mostramos «distintos».

Es cierto que hay un cierto desprecio por la Iglesia, especialmente de algunos productores con determinadas tendencias sexuales que quieren vengarse de los «principios» católicos. Por eso, el único tema que parece importarles es que nos obsesiona el aborto, y omiten mencionar la infinidad de veces que hemos alertado sobre la situación de los pobres, marginados y maltratados en la actual sociedad de consumo. Algunos piensan que este asunto es «anticatolicismo». En cierto sentido, sí; en la medida en que esos publicistas importan sus avisos de los Estados Unidos. en donde existe un prejuicio anti-católico (no tan fuerte como la discriminación contra la gente de color). En nuestro país, nadie puede decir que esa publicidad contra los símbolos católicos le impida ser miembro del gobierno o conseguir un empleo.

Mantengamos la calma y no hagamos propaganda a los avisos o series cuyos autores buscan divertir y provocar un choque. La serenidad en nuestra actitud impedirá el éxito que pretenden. Se puede copiar lo que viene del norte, pero allí la raíz anticatólica existe desde 1607. En nuestro país, la conciencia cultural es católica y el corazón argentino está moldeado por la fe. Por consiguiente, llevan las de perder.

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